Mayda es una madre de 41 años de edad que vive en una colonia aislada cerca de Mission, Texas. Mayda ha estado esperando años para poder pagar por una mamografía después de que las enfermeras en el hospital descubrieron masas en su mama (seno, pecho) cuando la atendían por un aborto espontáneo.
El hospital le aconsejó a Mayda que se hiciera una mamografía cuando estaba siendo egresada. Cuando Mayda preguntó por el costo y si le podían hacer uno si ella pagaba a plazos, el hospital se negó a menos que pagara al contado.
También se negaron a ayudar a Mayda a encontrar un lugar con un costo más razonable para ella.
Fue muy difícil para Mayda encontrar una mamografía a un costo accesible a pesar de los años de búsqueda. “Busqué por todos lados un lugar en donde hacerme la mamografía…le pedí a mi hermana [que viniera] conmigo porque ella también tiene esas masas, así que las dos fuimos por todos lados buscando dónde hacernos la mamografía porque ella también necesitaba una. Y lo que escuchamos era que había que pagar $180, $280, $480. Así que no nos las hicimos porque no podíamos pagar. Mi esposo no tenía trabajo, no teníamos nada, ninguna ayuda, nada de dinero para una mamografía, así que lo dejamos así nada más.
Casi cinco años después, Mayda aún no se ha hecho una mamografía. Cada día se preocupa más por la posibilidad de estar desarrollando un cáncer, especialmente ahora que puede sentir las masas en sus senos y la picazón y malestar en el cuello de su útero. “Por eso digo que necesitamos una clínica aquí. [Una consulta] no tiene que ser gratis, pero si cobran, debería ser un cobro asequible o por lo menos algo que se pueda pagar a plazos….Toda esta semana y la anterior, no tuvimos un huevo para comer en casa. No teníamos comida, nada. Presté $20 por aquí y $20 por allá para comprar comestibles porque mi esposo no tiene trabajo…Piénselo, si no tenemos ni para comprar comida, ¿cómo vamos a darnos el lujo de ir a una clínica?
En el año 2011, el estado de Texas hizo recortes drásticos a los programas de planificación familiar, lo que forzó a que una cuarta parte de las clínicas financiadas por el estado en la parte baja del Valle del Río Grande cerraran completamente, y la mayoría de las clínicas restantes, ha tenido que reducir sus horas de atención y su personal. Las mujeres de bajos ingresos del Valle como Mayda ahora no tienen a dónde ir para obtener una fuente de servicios de salud reproductiva confiable. Para más información acerca del impacto de estas políticas en las vidas de las mujeres, lea el reporte.